En España ha habido elecciones municipales y autonómicas,
como es habitual en estos casos, todo el mundo se ha mostrado satisfecho;
una saludable práctica democrática. En esta ocasión
se producía un hecho excepcional en el debate político
del país: su presidente aparecía en las pantallas apoyando
a Bush en su cruzada contra el mal y se alejaba de Europa, mientras
millones de ciudadanos en las calles decían insistentemente:
"no, no a la guerra", y no a la opción y actitud
de su presidente; lo que hizo suponer que en estas elecciones habría
una debacle del Partido Popular (PP), como rechazo a la postura tozuda
de José Maria Aznar, quien, a su vez, planteó unas elecciones
locales como un plebiscito personal.
Lo que ha sucedido ha sido "una tendencia al cambio dentro de
la continuidad", así que todos tranquilos. Para entender
esto son necesarias algunas claves singulares de este país en
relación con la distribución territorial del poder. El
PP, que ganó las elecciones generales del 2000 al ser el partido
mas votado, ha perdido esta mayoría, aunque se mantenga como
primera fuerza en numerosas provincias, lo que le da mayor representación
local. El PSOE [1]
le ha superado en número de votos, sin embargo, no ve
sensiblemente incrementado su poder territorial, y es que un tercio
de los votos no van ni al PP ni al PSOE, sino que se distribuyen entre
partidos nacionalistas y regionalistas con un amplio espectro ideológico:
del BNG gallego [2]
al pragmatismo del catalán Convergencia i Unió, en ninguna
de estas comunidades ha habido elecciones autonómicas, como tampoco
las ha habido en el País Vasco ni en Andalucía.
oposición, salía por primera vez a la "arena electoral".
Los votantes, a los que al pensar en global les parecía fatal
la guerra (sin olvidar que la iglesia estaba en contra), votaron "locales"
porque eran elecciones locales y votaron desde lo particular: "¿a
mí cómo me van las cosas?" Y parece que las cosas
les van bien en zonas donde la industria del ocio derrama copiosos beneficios,
como en Baleares y la Comunidad Valenciana, en las que los líderes
regionales, que son ministros en el gabinete de Aznar, han sabido tejer
una red de distribución de intereses y beneficios, es decir,
de dinero; en cambio en Aragón, también por intereses,
han cambiado su voto para el PSOE y es que el tema del agua da votos
en Valencia pero los quita enAragón [3],
sin embargo, en Valencia viven más personas.
Explico estas cosas para decir que se ha votado lo de casa, la administración
de la finca, no los valores políticos globales. En España
los ciclos son largos, el señor Pujol gobierna en Cataluña
hace 20 años, tantos como Ibarra en Extremadura o Bono en Castilla
la Macha o el octogenario Manuel Fraga que gobierna en Galicia.
Aznar no se presenta a las elecciones en el 2004 y Zapatero se perfila
como posible alternativa, sea su horizonte de uno o cinco años.
Una vez más se ha repetido la experiencia: nadie a la derecha
del PP y en la izquierda un ramillete de grupos que no renuncian a sus
señas de identidad. El Partido Popular gobierna hoy con una "mayoría
suficiente", el 32% del apoyo ciudadano, no es de extrañar
que al menos un 65% no se sienta representado.
[1] Partido Socialista
Obrero Español.
[2] Bloque Nacionalista
Gallego, con ideología de izquierdas.
[3] Debido al Plan Hidrológico
Nacional que supone trasvasar agua del río Ebro, Valencia se
ve beneficiada, pero Aragón perjudicada.